08 septiembre 2012

BACH Variaciones Goldberg



Esta sensación de no poder escapar a un destino,
que se repite una y otra vez,
no es una metáfora literaria, sino la cruda realidad
que se experimenta hondamente
y que me inunda la conciencia,
al punto que se transforma en la única opción
que se visualiza, como posible en la existencia.

Atrapada, amarrada, sentir que se está a merced
de "algo", que me domina, posee y manipula
como si fuera una marioneta, cuyos hilos
opera vaya a saber quien...

"Los afectos están para ser vivídos y sentidos."

Bliss - Kissing

https://youtu.be/3dmCU0j7dOQ?list=PLFF3480654D076305


Besando...Besando...

La luz roja del sol
descendiendo lentamente
el cielo es todo lo que veo
nunca se acaba
podríamos volar
tú y yo
en una nube
besando...besando...

El viento juega con las hojas
el clima se vuelve más frío
pero mientras creemos
el amor no envejece
podríamos volar
tú y yo
en una nube
besando...besando...

En un viaje al corazón
hay tanto para ver
y cuando el cielo esté oscuro
estarás aquí mismo
aquí mismo conmigo
besando...besando...

Podríamos volar
tú y yo
en una nube
besando...besando...

14 junio 2012

Abismo

Muchos días al borde del abismo y no hallo mi pasaje de vuelta. Sigo vagando por los rincones, intentando comprender este último diagnóstico. Un montón de preguntas sobre ello y no encuentro respuestas, solo este temblor en las manos, la sensación de frio, y este desdoblamiento de mi misma que me ha convertido en mera espectadora de mi propia vida y mi entorno. Todo se ha ralentizado, las horas siguen transcurriendo y yo no siento su paso, tan solo al oscurecer me doy cuenta de que un día más ha pasado. Así, en este estado me encuentro desde hace dos semanas.

10 mayo 2012

Y al final tú...siempre tú


Sensaciones desconocidas, deseos difíciles de controlar y explicar, necesidad de sentirte.
Tiempo…acortando el tiempo…marcando el calendario y este calor que parece quemar las entrañas, la conciencia, el sentido común.
Manos, piernas, brazos, dedos, un amasijo de huesos y piel descubriéndose, descubriéndote, descubriéndome.
Un hallazgo tu cuerpo, tu respirar, tu aliento, perderme en tu mirada, un viaje sin retorno y abandonarse a no saber a ciencia cierta nada, absolutamente nada.
Y aun así, seguir adelante en el juego, sin rendirse, nunca un no por respuesta, un gemido que dice todo lo que no se ha dicho y al final tú…siempre tú.
No cedas, no cederé, solo un paso atrás está permitido, no dudes, no dudaré…

ET UN JOUR UNE FEMME



De: "Al final del agua"1993:
Cuando al caer la tarde reconozca tus huellas
en un rastro lejano de añiles putrefactos,
sabré que me has amado
y te has muerto en mis brazos
al final de la ruta de las aves del mundo.
Allí, al final del agua,

donde se pierde el aire y mi pecho sin nubes,
allí donde termina tu amor y mi horizonte.
1993
* * *
Me besabas los ojos con tus ojos.
Con tus ojos mi vientre y tu ternura
se engarzaban felices en el arco lunar de tu alegría.
Y en ese resplandor de los atardeceres
me ofrecías el milagro de renacer por ellos.
Dorada la sonrisa y el amor que me dabas,
podía descubrirte,
regresarte,
hacerte mío,
a través de una mesa de fibra aguamarina.
1993
* * *
Me importaban un carajo las mareas,
el aire que respiras
y ese montón de hormigas
que pisas al mirarme.
(A mí lo que me importan son tus piernas,
el tono algo inquietante de tu melancolía
y esa forma que tienes de quererme
cuando estás frente al mundo)
1993
* * *
Perdona si algún día invado tu presencia
y quedo clausurada sobre tus dos rodillas.

Perdona si declaro tu destierro de aljibe,
si me bebo la luna que duerme en tus ojeras,
si entretengo tus horas de soñador furtivo
y me pongo pesada al contarte mis cuentos.
Perdona si soy alta, mimosa, insumergible.
Si me duelen las cosas que dices a diario,
si no te miro a veces cuando vas a buscarme
o mis ojos se cuelan por tus vértices negros.
Perdona si comparto contigo mis asombros
y habitamos felices en un mismo planeta
del cual sólo se saben tus pasos y los míos.
Perdona si algún día persigo tus cometas
por el sol y las tapias de recoletos sur.
Perdona si estoy triste
y me atrevo a pedirte las señas de tu cuerpo
precisamente hoy,
unas horas más tarde de acabar el invierno.
1995
* * *
Shankara era el camino por el que te perdías.
El hombro sin espacios
por el que te enredabas a mi pelo mojado.
Shankara era encinas, las fosas de tu cuerpo,
mis besos sin medida mordiéndote la sangre.
mandarinas de oro cayendo en el asfalto
y tu sueño rendido a la luz de febrero,
mucho antes, quizás, de llegar a Shankara.
1993
* * *
Tú tienes la costumbre de los ríos:
pasar por las riberas sin mojarte,

formar algún remanso en el camino
y luego hacerte bulla, catarata,
arrasar con las plantas de la orilla
y arrojarte de golpe en los océanos.

Tú tienes la costumbre de los peces:
deslizarte muy suave entre mis muslos
y quedarte parásito en mi origen
cubriéndome de escamas la cintura
para luego afiliarte a la albacora
y tomar otro rumbo sobre el agua.

Tú tienes la costumbre de las aves:
volar por los aleros de mi casa,
desmigajar el pan que me alimenta
y hacer nidos de caña en mi regazo
para luego alejarte en desbandada
dejándome la miel entre los dientes.
1995
* * *
Tus nietos y mis nietos
conocerán un día el viaje que soñamos.
Sentados en el tren navegarán Krasnoiarsk,
los ríos nacarados de Siberia,
la tromba de marfil de tus rodillas
anidando mis pieles.
Me leerán.
Te leerán.
Volverán sobre tus pasos y los míos.
Llegarán al gran templo
y me verán, desnuda,
trepando por tus huesos como una enredadera.
1993
* * *
Yo soy la que comparte contigo el abandono,
la que entretiene sus juegos con los tuyos
y deja a cielo abierto el campo de batalla.
Yo soy la favorita.
La más agasajada.
La que mejor comprende tu soledad de alberca,
la que sabe reposarte de cetros y coronas,
la que teje sin descanso esa capa de lino
que volverá a cubrirte los días de tormenta.
La que mejor conoce tus noches de penumbra.
La que presiente, sin hablar, tu aventura más cierta,
la que te ríe los lances
y prepara la cena con manjares divinos
que calmarán tu pena y el dolor de las otras.
Aquella que aletea muy cerca de tus sienes
y al oído te reclama su vuelo más alto.
De todas soy la más amada, la más hermosa,
la más triste de todas.
1995

Elsa López

28 abril 2012

Vestida de melancolía




Hacía tiempo que yo no pasaba una noche así, vestida de melancolía y perfumada de tristeza. En la piel un color apagado, la mirada perdida y por compañía el silencio.

La única luz de la habitación, la llama de una vela, dentro de una cajita de cristal.

Desde ayer me ahoga mi propio yo, el entorno, la claridad del día, no quiero que amanezca, quiero seguir así, a oscuras, parece que estando así, quedo ajena al mundo.

Hoy al lavarme las manos, y ver como se perdía el agua en el desagüe, tras resbalar entre mis dedos, pensé en ti y he sentido resquebrajarse algo dentro de mi alma, no me he atrevido a levantar la cabeza y mirarme en el espejo…¿para qué?, ya sabía lo que estaba pasando.

Que insignificante puede resultar una lágrima, mezclada con el agua.

Y tantas preguntas golpean mi cabeza y con ellas, la mala costumbre de responderlas yo misma y tal vez sean respuestas equívocas, pero son las únicas que tengo y no ayudan mucho.

Malos tiempos para alimentar sensaciones, las tuyas y las mías.

Está visto que este invierno, terminará por helarme de nuevo el corazón, pensé que le ganaba la batalla, pero me he equivocado. Su niebla es espesa y ya no sé hacia donde voy, tengo la sensación de estar andando en círculos y estoy cansada.

No sé qué decir, no sé qué hacer, ni sé si es mejor callar o tal vez hablar, pero hablar…¿de qué?, si no sé qué decir.

Mis palabras suenan decadentes y gastadas, faltas de alma, creo que me he cansado de escucharme, todo me suena igual.

29 marzo 2011

Siempre en mi memoria...

Era bien sabida su pasión por las tormentas y los días de lluvia.

La previsión del tiempo había anunciado mal tiempo para la siguiente semana, así que sin pensarlo buscó destino para pasar dos o tres días.

Pidió fiesta en el trabajo, aún le debían días de vacaciones y sabía que su jefe no le diría que no. De todos modos el lunes comprobaría su agenda y si todo estaba bien, se marcharía.

Llegó el martes un poco atropellado, pero consiguió hacer todo lo que tenía que hacer y a las siete cogió su maleta se despidió y salió en dirección, no sabía hacia dónde.

¿Destino?...poco importaba.

Necesitaba escuchar el silencio absoluto en sus oídos, ese silencio tan ensordecedor, que hay a quién le puede llegar a molestar, a ella, la reconfortaba. Necesitaba encontrarse consigo misma y averiguar que sentía.

Un pueblo de 190 habitantes, pensó que era un buen lugar donde esconderse del mundo y tal vez de ella misma.

Aquella noche, al acostarse en aquella inmensa cama del hotel que había encontrado, agudizó su oído y pudo escuchar una voz. Una voz que a primer instante pensó que era el mismo silencio que le hablaba, pero no, no era el silencio, sin darse cuenta, eran sus propios sollozos los que habían roto lo que sus oídos pensaron que era una voz.

¿De qué o de quién huía?
Tal vez de ¿sí misma? ¿De su vida? ¿De sentimientos que no podía compartir?

Terminó por ahogar su llanto entre las almohadas de su cama, por miedo a que la escucharan y así se durmió.

Todo había terminado, sentía desde hacía días un nudo en la garganta, un peso en el estómago, un vacío en la cabeza y no comprendía nada. Ya no le eran suficiente los amigos, ni los juegos ni le bastaba una sonrisa, tan sólo pensaba cual había sido el motivo, buscaba una razón entre la gente, pero no encontraba la razón ni el motivo de porque tenía que terminar todo así, y quería cambiar de nombre, de cara, de casa, de aire, de vida y quería cambiar el mundo, pero sabía perfectamente, que no le serviría de nada, porque estaba él, en su cuerpo, porque seguía estando en su mente, porque seguía estando en su vida y no podía borrarlo todo como si no hubiera existido.

Se decía a sí misma, que debía razonar un poco y pensar que mañana él ya no sería el mismo y ella tampoco sería la misma mujer, quizás lo olvidaría, quizás aprendería a vivir con ello.

Pocos sabían lo que había vivido en su infancia y si fue capaz de superar aquello, ¿qué no podría afrontar?
No era de hielo, quienes la conocían bien, lo sabían. Sabían que su motor era sentir, que vivía las emociones al máximo, tal vez de ahí nacía su fragilidad, disfrazada de una apariencia dura y curtida, prefería fingir antes que los demás supieran que se iba rompiendo poco a poco por dentro.

Hay quien anda por la vida pensando que vive, sin ni siquiera saber que existe a su alrededor, ella no, ella no era así. Aún conseguía emocionarse con un libro, una música que la hiciera soñar y era capaz de transmitirte ese sentimiento, hasta que se te adhería a la piel y al mirarla, veías brillar sus ojos, victoriosa de haber compartido ese sentimiento contigo, una frase dicha al azar, aún podían hacerla estremecer y ruborizarse como una chiquilla.

Recuerdo verla apoyada en el marco de la ventana al atardecer, cuando los últimos rayos de sol rozaban su rostro como la más dulce de las caricias, y ahí, justo ahí, veías dibujar en sus labios, el esbozo de una sonrisa… Siempre nos preguntábamos… ¿en qué estará pensando?

Hoy soy yo, quién apoyada en el marco de la ventana, de una habitación cualquiera, de un hotel cualquiera, en un lugar cualquiera, el sol roza mi rostro y siento esa dulce y cálida caricia, pero no me preguntes en qué estoy pensando, por qué no sabría que decirte…
Y cierro mis ojos e intento volver a algún lugar recóndito de mi memoria, donde en sus estantes guardo recuerdos, vivencias, emociones que harán seguir moviendo mi motor, igual que a ella.

Raquel perdió la vida en un accidente de tráfico, de regreso a casa el 3 de diciembre del 2003, tenía 25 años.

Gracias por todo lo compartido allí donde estés.